En febrero de 1943 Dionisio Pulido se encontraba trabajando en su parcela, sembraba maíz junto con su familia, estaban quitando las ramas y hojas secas de los surcos para quemarlos y preparar el campo para la nueva temporada de siembra, fue entonces cuando al ir a hacer otro montón de ramas para prenderles fuego, escuchó a la tierra rugir, asustado, montó en su caballo con la idea de encontrar a su familia y a sus hijos, pero no los halló en el campo y galopó hasta el pueblo más cercano.
Así fue como en el estado de Michoacán, a solo 322 kilómetros de la ciudad de México, nació el volcán más joven del mundo, llevándose con su erupción dos pueblos, que quedaron sepultados por lava y ceniza, como un moderno Vesubio pero sin provocar pérdidas humanas, y dejando tras de sí solo las torres y parte de la fachada de una iglesia que es lo único que continúa en pie hasta nuestros días.
El Paricutín sigue siendo hasta nuestros días el volcán más joven del mundo, y el único que ha permitido a los científicos ser testigos del nacimiento, desarrollo y cese aparente de actividad de un volcán, pues solo estuvo activo durante 9 años, 11 días y 10 horas.
De acuerdo con el portal Vidal Turismo así fue su crecimiento:
Sobre el campo liso, el volcán creció siete metros en las primeras 24 horas, y en la primera semana, ya alcanzaba los 50 metros de altura, hasta llegar a los 600 que tiene actualmente.
Además según algunos testimonios recogidos por personas que estuvieron cerca del poblado de San Juan Parangaricutiro, en días previos a la erupción hubo una plaga de chapulines, temblores y lluvia de cenizas.
El Paricutín por sus características es un volcán monogenético, nace y muere, en su vida de apenas 9 años, transitó por varias etapas. La primera etapa llamada Periodo Quitzocho transcurrió entre el 22 de febrero y el 18 de octubre de 1943, la actividad de estos primeros meses se concentró en las grietas que se fueron formando en el valle, posteriormente, se formó un cono de ceniza y hubo incesantes flujos de lava, a los 4 meses ya se alzaba 200 metros y a los 8 meses había alcanzado una altura de 365 metros.
La segunda etapa llamada Periodo Sapichu tuvo lugar entre el 18 de octubre de 1943 al 8 de enero de 1944, en estos meses el volcán tuvo varias erupciones de lava que se fueron hacia el norte, se formaron varias grietas y canales por donde circulaba la lava y el material incandescente.
La tercera etapa denominada Periodo Taqui-Ahuan fue del 8 de enero de 1944 al 12 de enero de 1945, un año de actividad en donde se formaron más grietas tanto al sur como al oriente del cono principal. En este periodo también se dieron los escurrimientos de lava que más se alejaron del cono en las direcciones oeste y noroeste.
En la cuarta y última etapa fue el Periodo final y de Reactivación en los meses de enero y febrero de 1952. El mes de agosto de 1945 fue donde empezaron las temporadas de quietud del volcán, a veces pasaban hasta dos semanas en las que no había ni una erupción, ni una exhalación, así que poco a poco comenzaron a retirarse los geólogos que ya no tenían mucho que hacer ahí, todos salvo uno Celedonio Gutiérrez quien fuera el único observador de la actividad del volcán.
En febrero del 49 hubo un derrumbe y deslizamiento de bloques pero aparentemente ya se había apagado del todo la caldera del volcán, finalmente después de tres años dormido, en febrero de 1952 hubo otra erupción con una columna de hasta 3 kilómetros de altura que duró solamente un mes, y a partir de ahí, el gigante Paricutín se volvió a dormir.
En febrero del 49 hubo un derrumbe y deslizamiento de bloques pero aparentemente ya se había apagado del todo la caldera del volcán, finalmente después de tres años dormido, en febrero de 1952 hubo otra erupción con una columna de hasta 3 kilómetros de altura que duró solamente un mes, y a partir de ahí, el gigante Paricutín se volvió a dormir.