Desde el incidente de la caída de un ovni en 1947 en Nuevo México, en Roswell más precisamente, todos los presidentes norteamericanos han sido partícipes directos o indirectos de la presencia de objetos voladores desconocidos en los cielos de nuestro planeta. Algunos los vieron, otros fueron informados de su existencia por los servicios de seguridad, dando crédito firme a su existencia.
La lista de ex presidentes de los Estados Unidos implicados en la temática de los ovnis es extensa, desde Harry Truman, Franklin D. Roosevelt, John Kennedy, Ronald Reagan, Richard Nixon, Jimmy Carter, que manifestaron abiertamente haber tenido experiencias con ovnis y que creían en ellos, hasta el premier ruso Boris Yeltsin, quien visitó un lugar donde se estrelló un ovni en Siberia.
Para los investigadores estos son testimonios apabullantes, que no admiten prueba en contrario, sobre todo por ser provenientes de ex presidentes norteamericanos, una palabra más que autorizada al respecto. También hay otros que tuvieron experiencias personales y no lo dijeron oficialmente, quizás por temor al ridículo.
Un caso impactante fue el de Ronald Reagan, uno de los que más luchó para develar este misterio, pero infructuosamente. A sólo seis meses de asumir la presidencia, a su avión, volando a gran altura, le pasó rozando un ovni, que fue visto por todos los que iban a bordo, en agosto de 1974. Un disco volador de color plateado que brillaba intensamente se apareó al avión y, volando a la misma velocidad, se dejó ver bien de cerca. Reagan dijo que estaba “sudando frío” y que nunca le ordenó al piloto que siguiera al disco volante, que desapareció en la lejanía a una velocidad increíble. “Esa experiencia me llevó a leer todo lo que cayera en mis manos sobre el tema ovni y así supe que aparecían en nuestro planeta desde hace miles de años, ya en la época de los egipcios”, acotó Reagan.
Otro caso, el 8 de junio de 1976, el entonces candidato presidencial Jimmy Carter asombró a la nación cuando reveló que había visto un ovni en Thomaston, Georgia. “Fue la cosa más extraña que visto en mi vida –dijo– era grande, muy brillante y cambiaba de colores, era enorme, del tamaño de la Luna. Estoy convencido de que los ovnis existen, porque yo vi uno, no me lo contaron”.
El presidente Richard Nixon, entusiasta de los ovnis, en ejercicio, quería saber qué de cierto había en la existencia de cadáveres de extraterrestres y si, además, era cierto que la Armada estaba implicada en eso.
Le otorgó un permiso especial a su amigo y secretario Jackie Gleason, para ir a una base secreta en Florida. Gleason contó que unos soldados armados lo escoltaron hacia un edificio solitario dentro de la enorme base y lo que allí vio lo dejó asombrado. Sobre una plancha de metal yacían los cuerpos embalsamados de cuatro hombrecillos, de aspecto humanoide.
Tenían una estatura de 70 cm, cabezas pequeñas y grandes orejas, Gleason sabía que no eran humanos. Y cuando preguntó a la escolta quiénes eran y de dónde venían, le contestaron: “Lo sentimos pero esa es información clasificada”. Y cuando volvió a su casa, aún temblando por la impresión, le contó a su mujer lo que había visto, pero le hizo jurar que guardara el secreto. Y aunque esto ya era un secreto a voces, siempre se negó a hablar de ello, hasta que en 1987 se llevó el secreto a la tumba.
Un caso impactante fue el de Ronald Reagan, uno de los que más luchó para develar este misterio, pero infructuosamente. A sólo seis meses de asumir la presidencia, a su avión, volando a gran altura, le pasó rozando un ovni, que fue visto por todos los que iban a bordo, en agosto de 1974. Un disco volador de color plateado que brillaba intensamente se apareó al avión y, volando a la misma velocidad, se dejó ver bien de cerca. Reagan dijo que estaba “sudando frío” y que nunca le ordenó al piloto que siguiera al disco volante, que desapareció en la lejanía a una velocidad increíble. “Esa experiencia me llevó a leer todo lo que cayera en mis manos sobre el tema ovni y así supe que aparecían en nuestro planeta desde hace miles de años, ya en la época de los egipcios”, acotó Reagan.
Otro caso, el 8 de junio de 1976, el entonces candidato presidencial Jimmy Carter asombró a la nación cuando reveló que había visto un ovni en Thomaston, Georgia. “Fue la cosa más extraña que visto en mi vida –dijo– era grande, muy brillante y cambiaba de colores, era enorme, del tamaño de la Luna. Estoy convencido de que los ovnis existen, porque yo vi uno, no me lo contaron”.
El presidente Richard Nixon, entusiasta de los ovnis, en ejercicio, quería saber qué de cierto había en la existencia de cadáveres de extraterrestres y si, además, era cierto que la Armada estaba implicada en eso.
Le otorgó un permiso especial a su amigo y secretario Jackie Gleason, para ir a una base secreta en Florida. Gleason contó que unos soldados armados lo escoltaron hacia un edificio solitario dentro de la enorme base y lo que allí vio lo dejó asombrado. Sobre una plancha de metal yacían los cuerpos embalsamados de cuatro hombrecillos, de aspecto humanoide.
Tenían una estatura de 70 cm, cabezas pequeñas y grandes orejas, Gleason sabía que no eran humanos. Y cuando preguntó a la escolta quiénes eran y de dónde venían, le contestaron: “Lo sentimos pero esa es información clasificada”. Y cuando volvió a su casa, aún temblando por la impresión, le contó a su mujer lo que había visto, pero le hizo jurar que guardara el secreto. Y aunque esto ya era un secreto a voces, siempre se negó a hablar de ello, hasta que en 1987 se llevó el secreto a la tumba.
Importantes testimonios.
Cuando aún era senador, antes de ser presidente, Gerald Ford comentó que “estoy firmemente convencido de que el pueblo de los EE. UU. merece una explicación mejor de la que le está dando la Fuerza Aérea, yo recomiendo la creación de un comité investigativo especial para la temática”.
En una entrevista que le hizo la CNN al candidato presidencial George W. Bush en su campaña previa, le preguntaron si creía que los Ufos son reales, a lo que contestó: “Sí, creo, por supuesto, son aparatos desconocidos que se ven en todo el mundo, no podemos negarlo, hay que investigar a fondo”. Aunque después, cuando asumió la presidencia, no cumplió, como muchos otros, pero por lo menos reconoció su existencia.
Sin duda, el gobierno de los Estados Unidos es el abanderado en torno al secreto de fenómeno ovni e impone su política de ocultamiento a otros países. A lo largo de todos estos años, no sólo se ha ocultado la realidad sobre los objetos voladores no identificados, sino que los militares y algunos científicos han mentido, incluso, para desviarla verdad de sus carriles. De esta forma, el tema ovni se convierte en un problema científico, político y hasta moral. Sin duda, las grandes potencias no quieren que la opinión pública, que toda la gente conozca la verdad sobre la existencia de seres extraterrestres.
Sucede que cuando la mayoría de la gente se convenza de la existencia de inteligencias superiores extrahumanas, entonces, puede darse en nuestro planeta la mayor revolución tecnológica y social de toda la historia y eso podría tener consecuencias políticas, económicas y sociales insospechadas. Mientras tanto, no tienen los gobiernos ninguna explicación racional que dar y eso también lo consideran perjudicial para su prestigio, entonces desacreditan, mienten, niegan lo evidente. Siempre fue así.
Cuando en 1947 se produjo el célebre incidente de Roswell en Nueva México, en que una nave extraterrestre cayó en esa zona desértica, dando lugar a una novela que hasta hoy continúa, los que creen y los que no, en esa ocasión el Pentágono dijo oficialmente que se trató de un globo meteorológico con su instrumental, una explicación absurda que nadie creyó.
La CIA empezó a interesarse por los ovnis y a buscar respuestas, secundada por el FBI y la Fuerza Aérea y cuando vio que el tema podía ser una amenaza para la seguridad nacional, comenzó a desacreditar todo lo relacionado con los ovnis y a los investigadores privados. Pero afortunadamente hoy existen muchos medios para testimoniar los avistajes, fotos, filmaciones, audios, que son irrefutables.
Al parecer hay un gran poder mundial que está por encima de los gobiernos, que impide que todo sea conocido. Quizás, alguna vez se conozca toda la verdad oficialmente por parte de los gobiernos de las grandes potencias.
Cuando aún era senador, antes de ser presidente, Gerald Ford comentó que “estoy firmemente convencido de que el pueblo de los EE. UU. merece una explicación mejor de la que le está dando la Fuerza Aérea, yo recomiendo la creación de un comité investigativo especial para la temática”.
En una entrevista que le hizo la CNN al candidato presidencial George W. Bush en su campaña previa, le preguntaron si creía que los Ufos son reales, a lo que contestó: “Sí, creo, por supuesto, son aparatos desconocidos que se ven en todo el mundo, no podemos negarlo, hay que investigar a fondo”. Aunque después, cuando asumió la presidencia, no cumplió, como muchos otros, pero por lo menos reconoció su existencia.
Sin duda, el gobierno de los Estados Unidos es el abanderado en torno al secreto de fenómeno ovni e impone su política de ocultamiento a otros países. A lo largo de todos estos años, no sólo se ha ocultado la realidad sobre los objetos voladores no identificados, sino que los militares y algunos científicos han mentido, incluso, para desviarla verdad de sus carriles. De esta forma, el tema ovni se convierte en un problema científico, político y hasta moral. Sin duda, las grandes potencias no quieren que la opinión pública, que toda la gente conozca la verdad sobre la existencia de seres extraterrestres.
Sucede que cuando la mayoría de la gente se convenza de la existencia de inteligencias superiores extrahumanas, entonces, puede darse en nuestro planeta la mayor revolución tecnológica y social de toda la historia y eso podría tener consecuencias políticas, económicas y sociales insospechadas. Mientras tanto, no tienen los gobiernos ninguna explicación racional que dar y eso también lo consideran perjudicial para su prestigio, entonces desacreditan, mienten, niegan lo evidente. Siempre fue así.
Cuando en 1947 se produjo el célebre incidente de Roswell en Nueva México, en que una nave extraterrestre cayó en esa zona desértica, dando lugar a una novela que hasta hoy continúa, los que creen y los que no, en esa ocasión el Pentágono dijo oficialmente que se trató de un globo meteorológico con su instrumental, una explicación absurda que nadie creyó.
La CIA empezó a interesarse por los ovnis y a buscar respuestas, secundada por el FBI y la Fuerza Aérea y cuando vio que el tema podía ser una amenaza para la seguridad nacional, comenzó a desacreditar todo lo relacionado con los ovnis y a los investigadores privados. Pero afortunadamente hoy existen muchos medios para testimoniar los avistajes, fotos, filmaciones, audios, que son irrefutables.
Al parecer hay un gran poder mundial que está por encima de los gobiernos, que impide que todo sea conocido. Quizás, alguna vez se conozca toda la verdad oficialmente por parte de los gobiernos de las grandes potencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario